Reflexiones a cuento del PROYECTO LUNA Madre Naturaleza y NUestros Niños

 
 
Proyecto Luna - Madre Naturaleza - Tiempo de PAZ
 
Hace unos días una amiga me invitó a este precioso espectáculo, con estos tres nombres en la entrada, porque su niña, que es para mí una sobrina de amiga, tocaba el violonchelo y también me encontré a un compadre de la danza, cuya hija de unos 8 años cantaba en el coro. El espectáculo no comenzó hasta que calló el sol, y el atardecer hizo preciosa la espera, unos de esos atardeceres de pintores que contienen en el cielo varios colores, esencialmente los tres del sagrado corazón: el dorado del sol,
el azul cielo y el rosado por los efectos del sol....
 
El concierto me hizo llorar por muchas cosas. Cientos de niños y niñas entre 6 y 18 años, vestidos de negro iban entrando como hormiguitas que coparon el inmenso escenario del auditorio de la Cartuja al aire libre, luego fueron apareciendo las danzarinas, las hadas, las espigas, la tribu de indias.
 
 
Me hizo llorar la música, la ternura del poco espacio o la poca importancia que se les daba a los músicos, si al menos se pararan destacándoles por instrumentos para educarnos a los analfabetos de las orquestas... Había dos arpas inmensas. Lloré emocionada del larguísimo texto de más de una hora que habían tenido que memorizar los niños para narra el cuento cantado, y porque parte del contenido del cuento era duro cuando narraban los sudores de la siega, la tristeza ante la tala de árboles, y lloré preguntándome qué estarían haciendo las niñas que habían salido al principio del todo, mientras se desarrollaba la obra completa, y si alguien les habrían llevado algo de comer para suavizar la espera, y lloré porque las danzarinas me recordaron mi niñez cuando el Lope de Vega le cedía años ha... a algunos colegios el teatro para que representásemos el fin de curso, estar entre los camerinos y tras las bambalinas era muy emocionante, salir a escena sin ver a nadie de la platea sublime, y subirse al gallinero con montones de niñas para ver el resto de los bailes, no tenía precio... entonces no nos entraba ni hambre ni nada, que yo recuerde ahora.
 
Y a cuento de este cuento que narraban, continuo el meollo de esta reflexión, ahora no tengo llanto pero si una inquietud que no me va a dejar dormir si no escribo lo que siento y me anda revoloteando... porque hoy mismo ha vuelto el tema del juego de los niños, por una plaza en la que me decía una mujer hay baldosas y ya no se puede jugar a clavar la lima en el albero, y otros andan acotados en parques o en sus casas...pero no quiero quedarme en la melancolía de cómo fue, y en la desesperanza de hacia donde van/vamos... sino en lo que podemos hacer...
 
Ellos los niños, tienen la mirada zen de quien se admira de todo lo nuevo, y pese a todo juegan, así que lo nuestro es apoyarles en sus juegos, aligerar su carga, contarles cuentos, jugar con ellos, a sus juegos, , aprender sus canciones, jugara adivinanzas intuitivas y telepáticas, jugar a solas, comprar colores para hacer mandalas, puzzles, si ya no volverías jugar con las muñecas, les darías a las latas que te encuentres de vuelta a casa? evitar pisar baldosas, saltar, canturrear en el coche, jugar el juego de la vida... Y también es nuestro poder protegerles con el pensamiento... imaginarlos libres de todo mal, llevarlos al campo, aprender sus canciones, escuchar sus sueños, comprender sus mundos de afuera y de adentro. 
 
No me apetece hablar de chemtrails, si de beber mucha agua para contrarrestarlo, y darles esas cosas que creas que son sanas para ellos, los niños, y para el niño o la niña que llevas dentro.
 
 
 
 

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