Los más sensibles de cada familia, las ovejas negras o multicolor son las que estas fechas pueden pasarlo peor, y es que a veces la sensibilidad contiene
eso... que aunque es una bendición también tiene esa otra cara de la
moneda, porque me consta que hay mucha ansiedad y tristeza
en algunos durante estos días, por lo cual he querido compartir esto.
Estos días, astrológicamente hablando, están regidos por estas circunstancias que os comparto, según este artículo de "pijamasurf".
Por qué el solsticio de invierno es una fecha más importante que la Navidad
El solsticio, a la sombra de la Navidad, es un momento cargado de significados arquetípicos que resuenan con la muerte y la depresión pero que nos acercan al alma de las cosas, a la profundidad en la que se funden la psique y el mundo.
Por: Alejandro Martinez Gallardo 21/12/2014
Hoy se celebra el solsticio de invierno
en el hemisferio norte y con ello la llegada del invierno y el día más
oscuro del año. Esta fecha tiene grandes connotaciones simbólicas y es
celebrada casi universalmente por las más diversas culturas desde hace
miles de años (es parte central de la conexión mitológica y psicológica
entre el hombre y el cosmos). Aunque el solsticio es enormemente rico en
matices, el simbolismo casi nunca es tan evidente: se trata de un
periodo de oscuridad, de introspección y recogimiento, que da la pauta y
que permite la renovación y el posterior ascenso de la luz, siendo un
hito en el circuito de la naturaleza, que es un espejo del cosmos –y en
el cual, antiguamente, el hombre sentía la necesidad de participar.
Participar en este caso significa fundamentalmente morir o dar entrada a
la simbología y a la energía de la muerte, para que cumpla su parte en
el gran psicodrama del mundo. Presenciar, meditar, sacrificar o actuar
el solsticio y en general el invierno conforme a su arquetipo es una
forma de no reprimir la muerte (aunque de por sí su naturaleza es
irreprimible), hacerla visible y conversar con ella, para así nutrirnos
en el recogimiento y acercarnos a nuestra alma y al alma del mundo (que
se entrelazan más en el valle y en la oscuridad que en la luz y en el
cielo, donde domina el espíritu).
Podemos imaginar que en el solsticio invernal nosotros también hacemos el viaje del Sol, descrito por tantos mitos, hacia el infra-mundo, donde muere ante las fuerzas de la oscuridad y entierra sus huesos en la tierra para luego surgir otra vez y continuar su ascenso hacia el cenit veraniego. En este proceso hay una alquimia primigenia, cuya observación nos conecta con el instinto de los animales de reservar sus energías en invierno. Coincide esta temporada en la alquimia con el período en el que la tierra en su profundidad fermenta la prima materia de la cual se preparará la medicina del filósofo. Al morir la naturaleza, como le ocurre al hombre, se separa el alma del cuerpo; los alquimistas creen que está “alma” o esencia vital pude ser capturada y es la que anima, por así decirlo, a la materia prima con la que realizarán su obra. Las plantas muertas y los huesos de animales, como una composta, son activados por el fuego secreto del sol del inframundo.El solsticio invernal es también la llegada del signo terrestre de Capricornio, que significa la paciencia, el trabajo y la preparación de la tierra para que retome las cualidades primeras que le permitirán más tarde florecer. En el I Ching, Richard Wilhelm escribe sobre lo Receptivo: “es cuando la fuerza oscura de la naturaleza origina el fin del año”. Es esta época, en la que toda la vida está concentrada en el subsuelo, en la que los alquimistas excavan astrológicamente y encuentran la materia prima que tendrán que nutrir con “la sangre del león verde” (el espíritu vegetal), las sales y el rocío, como si se tratara de un niño (el “niño Dios”) al cual hay que cuidadosamente estimular para convertirlo en el Rey Sol (en Cristo).
Capricornio está regido por Saturno; es
seco y frío y dominado por el humor melancólico. Es un signo y un tiempo
asociados a la enfermedad y a la depresión. Pero más allá del rechazo
inicial tan propio del cristianismo, donde la muerte y la depresión no
tienen valor en sí mismas sino sólo a la luz de la resurrección y la
sombra es algo que se debe iluminar ya que es el terreno por donde
serpentea el mal, este temperamento melancólico es históricamente el
signo del alquimista, del laborioso y estudioso hombre que logra
penetrar la profundidad del misterio. Escribe James Hillman, el
psicólogo estadounidense que tomó la estafeta de Jung e hizo que su obra
descendiera a lo que John Keats llamó “el valle de Forjar Almas”:
Y, sin embargo, a través de la depresión nos adentramos en lo profundo y en lo profundo encontramos alma. La depresión es esencial al sentido trágico de la vida. Humedece el alma seca, y seca el alma húmeda. Trae refugio, límite, foco, gravedad, peso y humilde impotencia. Recuerda a la muerte. La verdadera revolución empieza en el individuo que puede mantenerse fiel a su depresión. Ni extraerse a uno mismo fuera de ella, atrapado en ciclos de aliento y desesperanza, ni sufriéndola hasta que cambie, ni tampoco teologizándola–sino descubriendo la conciencia y la profundidad que quiere. Así inicia la revolución de parte del alma.
Esta es la visión de Hillman, una forma
de alquimia contemplativa y altamente imaginativa de los aspectos
supuestamente negativos de la personalidad humana. No se trata de
analizar o de entender para luego cortar una patología (como si fuera un
tumor) sino de dejar que la patología, que la sombra misma, se exprese y
nos lleve a las zonas profundas del ser. El invierno, la muerte del Sol
(que significa también la muerte del arquetipo del héroe y del ego) nos
permite estar en paz con nuestro dolor, con nuestros aspectos más
oscuros y dejarlos germinar, puesto que son también parte importante de
nosotros y enriquecen nuestro ser, tienen una pálida belleza (la de los
últimos destellos del ocaso).
La Navidad, como la experimentamos
actualmente, parece ser todo lo contrario de este arquetipo del
invierno; más que aceptar la tristeza de la escasa luz y de la
naturaleza apagada, parece reaccionar con una falsa felicidad, con una
empatía superficial y una hipócrita sonrisa llena de pequeñas luces con
las que inmediatamente se busca llenar el vacío de la muerte que se
mueve en la profundidad. ¿Qué tan navideño suena decir: “Es tiempo de
estar tristes y solos y observar los movimientos oscuros de nuestra
alma, de morirnos al menos un poco y reflejar las cenizas en el seno de
la naturaleza”? Quizás no suene muy navideño, pero si nos jactamos de
querer vivir en armonía con la naturaleza, esto es lo que refleja el
tiempo –y es que cada tiempo tiene una particular cualidad inmanente,
que es lo que permite cosas como la sincronicidad.
Así entendido, la magia de la Navidad, de esta época del año, porque tiene magia, es la muerte: la otra cara de la perla: cierta dosis de depresión, sueños de inframundo, etc.
Así entendido, la magia de la Navidad, de esta época del año, porque tiene magia, es la muerte: la otra cara de la perla: cierta dosis de depresión, sueños de inframundo, etc.
No hay que negar que el mito cristiano
del nacimiento de Jesús tiene también un contenido arquetípico
importante y cierta riqueza espiritual –especialmente por compartir un
trasfondo pagano: Jesús es el Sol o el Logos que nace en el nadir del
año–, pero es difícil que pueda desplazar al solsticio como una fiesta
con un verdadero significado para nuestra alma y de auténtica
religiosidad (que es la re-conexión con lo sagrado)– algo que al menos
pretende en teoría. Simplemente porque el solsticio es más viejo y
profundo (constelado por el viejo Saturno, el dios del inicio, de
Arcadia, el padre Tiempo) y las fiestas cristianas son mucho más
sincréticas y más alejadas del archae, del origen del cual todos tenemos nostalgia (además de que la Navidad parece ser también, en su origen, una transpolación de las fiestas de Saturno, las saturnalias de Roma).
La Navidad puede ser un buen pretexto para reunirnos con nuestra
familias y ejercer ciertos valores supuestamente cristianos, pero no
provee una plantilla tan profunda de resonancias mitológicas, de
encuentros numinosos en su código. El soulsticio de invierno es
la estructura cosmo-psicológica ideal para el trabajo profundo, aquel
en el que podemos encontrarnos con el alma y dejar que nos posean los
dioses del inframundo, aprovechando este viaje de autoconocimiento cuyo
resultado puede ser descubrir que el mundo está vivo, y que la muerte es
también el amor.
Recibamos entonces este 21 de diciembre a
las 23:03 GMT (17:03 hora de México) el solsticio de invierno de 2014.
Sé que las comparaciones son odiosas y la seriedad y la pasión con la
que se argumenta puede ser una trampa racional, pero mi intención
–especialmente con el título– era llamar la atención hacia esta
corriente de sombra psíquica que fluye por debajo de nuestra cultura, la
cual es también importante y ofrece algunos tesoros para quien se
atreve a profundizar.
También hay ligereza en la sombra. ¿Por que no tener una “Noche-mala”, en vez de una “Noche-buena”? ¿Qué hay de malo en ello, valga la redundancia? Esto no significa necesariamente retraernos y dejar de compartir el tiempo, pero podemos hacerlo de otra forma, quizás explorando la muerte juntos, “de la mano” por el “valle de las sombras”, o jugando a dejar entrar lo extraño y poco placentero como un experimento científico. O, si todo eso falla, recurrir al paganismo, y dejar entrar junto a Santa Claus a los otros dioses y demonios, a Plutón y a Pan y que los renos sean cabras.
También hay ligereza en la sombra. ¿Por que no tener una “Noche-mala”, en vez de una “Noche-buena”? ¿Qué hay de malo en ello, valga la redundancia? Esto no significa necesariamente retraernos y dejar de compartir el tiempo, pero podemos hacerlo de otra forma, quizás explorando la muerte juntos, “de la mano” por el “valle de las sombras”, o jugando a dejar entrar lo extraño y poco placentero como un experimento científico. O, si todo eso falla, recurrir al paganismo, y dejar entrar junto a Santa Claus a los otros dioses y demonios, a Plutón y a Pan y que los renos sean cabras.
Fin del artículo.
* * * * * *
Un remedio homeopático, seguro, y sin efectos secundarios,
para afrontar los síntomas que aquejan a tantos durante los días navideños, es uno de los mejores remedios que hay, aunque no la solución total*:
http://www.elsevier.es/es-revista-revista-medica-homeopatia-287-articulo-iaconitum-i-el-trastorno-panico-razones-13146516).
La SOLUCION-disolución total es afrontarlo desde su raíz: Además de comprender el entorno, es decir, el inconsciente colectivo o mejor dicho el Campo de Conciencia Unificada,
especialmente durante estos días en toda la Tierra, en
esta Nave-Unidad (Navidad).
Aunque de momento, el remedio te puede aliviar y recuerda que estas noches, más en fin de año, para algunos, son más
de quedarse de "tranqui" junto al fueguito si lo hubiera, para escuchar música e incluso para estar a solas y bailar... Agradece tanto el estar solo como acompañado, agradece
y baila para mover las telarañas del cuerpo.
La tele no te la recomiendo, aunque bueno... si toca, qué se le-va-ahasé... pero en cuanto puedas, sácate al centro del salón y baila...!
Toma 12 uvas + una por los que ya no están.
Es tiempo de bailar. Saca tus Músicas para bailar.
PEGATE un baile...
Y el primer día del año, bañera de gua cliente y más música... otras musiquitas.
Feliz Año Nuevo, soltando el pasado...
Con mucho cariño: Maribel
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