miércoles, 11 de febrero de 2015
“Las mujeres hemos olvidado que somos mujeres”
- Eva Herman -
Nota personal: Seguimos en la Onda Guerrera, el 12º, Mano 12, un dia doce siempre es
un buen día para la Reunión cristal, es bueno para la realización y materialización de aquello que te auto-cuestiones y dilucides, un día excelente para la Sanación, en este caso he elegido un tema que sane conceptos y nos despierte, para no dejar que nada nos estrese, empuje o apriete las tuercas.
Esta introducción de Eva Herman me recuerda a dos personas de mi familia... a mi pequeña sobrina, que es guerrera, un día que, dialogando consigo misma y con nosotras, jugaba con las pegatinas... con la pregunta: Qué quieres ser de mayor, para pegarnos un simbolito u otro, ella ya trae su propia inclinación natural o vocación y es hija de una madre trabajadora, la educación en la que vive es la de su generación y década con los diseños de moda para ellos, en la tele, los móviles, etc... la envuelvo con mi amor, y también me recuerda a mi hermana, que como ya comentaba en un libro, después de tener a sus hijos, etc vino a darse cuenta de lo que aqui se expresa a grosso modo, cómo nos empujan a trabajar, trabajar, trabajar, cuando a los niños hay que atenderlos... Y es que cuando una mujer es madre de familia, sus objetivos naturales cambian, y se siente inclinada a repartirse, sencillamente biológicamente hablando, sus tripas estarán de por vida en atenta mirada hacia sus hijos, aunque esto también es verdad para los hombres que han despertado a este instinto tan humano, pero biológicamente hablando está más preparado para mantener el tipo en el curro más que la mujer si no está criando, esto no es malo, no, mujer, no te piques, es naturalmente sencillo aceptar que Eso Es Así. Esto no tiene por qué hacer a las mujeres ineficaces, pero si menos competitivas, porque total... pá qué...? Yo las invitaría a que lo acepten como algo buenísimo, y que se acepten y conduzcan lo menos estresadas que puedan... Date tiempo, suelta... si no, de la manera en que lo han diseñado... te desgarrarás por dentro, así que mami, descansa... y ámate como si tú, (y no tu pareja), fueses otra hija más... cuida de ti también. Y una cosa más ante la pregunta de ¿quieres vivir en pareja o no...? No somos tan libres , algunos traen un sino que se lo impide, hechizos que pueden salir a la luz de unas buenas constelaciones, pero en principio, tan libres no somos, la soltería se hereda por motivos muy diversos....
Maribel Fombella.
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Os dejo el artículo de Eva Herman
El feminismo ha sido una gran manipulacion de las élites
“Las mujeres hemos alcanzado logros importantes. Vivimos en
una época de posibilidades ilimitadas. ¿Qué quieres ser? ¿Directora de
departamento, astronauta o canciller? ¿Quieres vivir sola, en pareja,
casarte o «sólo ser madre»?
Todo está a nuestra disposición en el
supermercado de los deseos. La mujer buena, adaptada y reprimida forma
parte del pasado. Eva se dejó convencer por la serpiente, mordió la
fruta prohibida y, desde que le tendió la manzana a Adán y ambos
comieron del Árbol de la Sabiduría, las mujeres hemos conquistado el
mundo. Decidimos qué queremos y agarramos lo que podemos en el mercado
de las posibilidades. Así que todo perfecto, ¿no? Es verdad, hemos
logrado muchas cosas. Desfilamos a paso rápido a través de una agotadora
cotidianidad llena de contradicciones, ansiamos desesperadamente una
protección, un hogar y una familia, y todos los días libramos nuestra
batalla solitaria en el mundo laboral masculino. Nuestras relaciones se
rompen con una rapidez cada vez mayor. Renunciamos a tener hijos, y, si
los tenemos, los depositamos cuanto antes en las manos de un extraño.
Hacer equilibrios entre la vida privada y la carrera es un deporte
peligroso que, en lugar de darnos alas, nos aniquila. Nos exige
demasiado, nos agota y nos cansa y, de vez en cuando, nos preguntamos si
merece la pena.
¿Cuál es el precio que pagamos por emanciparnos y tener
seguridad en nosotras mismas? ¿Acaso seguimos siendo mujeres o hemos
perdido nuestra feminidad? Quien se plantea dichas preguntas en voz alta
rompe un tabú. Se lo considera un traidor de la mujer y ha de contar
con una oposición considerable por parte de una sociedad que ya no se
atreve a discutir si los logros de los movimientos femeninos son logros
de verdad. Lo sé por propia experiencia. Cuando planteé esas preguntas,
tuve que tragarme unas cuantas cosas. Algunos intentaron atacarme
personalmente y eso no fue agradable. Pero el tema es demasiado importante para dejarme intimidar.
Demasiado importante para seguir actuando como siempre, porque lo que
está en juego es nuestro futuro, el de nuestros hijos, y la continuidad
de nuestra sociedad. Si seguimos así nos extinguiremos y nuestra tierra
quedará yerma dentro de pocos siglos.”
Así comienza el libro de Eva Herman, “El Principio de Eva” publicado hace unos años. Este libro, que consiguió un gran éxito de BCo Comentario personal ventas en Alemania, despertó una gran polémica social, exasperando a las feministas a ultranza y constatando la cómplice aprobación de muchas mujeres que vieron justificados sus deseos de poder quedarse en casa cuidando a sus hijos o ir a trabajar sin sufrir presión social por ello.
No cabe duda, Eva Herman ha tocado un tema polémico que está aún lejos de haber sido zanjado. Eva Herman recibió un severo castigo por ello y fue despedida del Canal televisivo ARD donde ejerció durante 18 años como presentadora de diversos informativos. Recibió varias acusaciones y tuvo que presentarse a varios juicios que finalmente ha ganado.
A Eva Herman se la ha presentado como enemiga pública de la mujer, del movimiento feminista y de todos los logros conseguidos en este siglo en pro de la emancipación e igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. Eva ha declarado muchas veces que ella expone su propia vivencia y lo que piensa que la mujer ha perdido en ese largo camino de la búsqueda de la igualdad. No ve negativos los logros conseguidos pero si cree que las mujeres están olvidando su condición de género, algo semejante a lo que le está sucediendo al hombre.
La autora de “El principio de Eva” está preocupada por los bajos niveles de natalidad de las mujeres alemanas. “La
discusión sobre las causas y las consecuencias de la escasez de niños
actual me impulsó a escribir un artículo acerca del tema, que apareció
en mayo de 2006 en la revista Cicero. «¿Acaso la emancipación es un
error?», me preguntaba en dicho artículo. Y «¿acabaremos extinguiéndonos, porque las mujeres han olvidado la felicidad y la satisfacción que supone tener hijos?»”.
Desde su personal experiencia, Eva Herman, que es madre de un hijo,
hace un análisis indagando en investigaciones y estudios científicos,
antropológicos y sociológicos en los cuales se afirma que la capacidad
de ser madre es núcleo constitutivo del ser mujer y no un estado de
servilismo y esclavitud que deba superarse. Y concluye: “Parece
absurdo, pero es innegable: las mujeres hemos olvidado que somos
mujeres. Desde muchos puntos de vista, hemos perdido nuestra feminidad,
aquello que podía conformarnos”. Este “conformarnos” no se refiere al conformismo sino a aquello que da forma al arquetipo femenino.
Eva explica algunas cosas con respecto a la lucha por la igualdad de
derechos y habla de algunas verdades incómodas de las que su propia
trayectoria vital eran ejemplos a denunciar: “Preferimos vernos
como víctimas que han de exigir sus derechos que como valientes que
luchan contra los privilegios masculinos. No es de extrañar que al
principio muchas mujeres se sintieran decepcionadas conmigo. ¿Acaso no
había una de ellas alzado la voz en contra de su propio sexo? ¿Una mujer
que durante media vida había sacado provecho de los beneficios de la
emancipación femenina que repentinamente despreciaba? ¿Una que ya había
pasado por tres divorcios, se había convertido en madre y aun así
trabajaba muchísimo, sobre todo a las ocho de la noche, la hora a la que
debería estar acostando a los niños? ¿Una mujer que, tras haber
aprovechado todas las ventajas del movimiento feminista, ahora lo
pisoteaba en público?” No duda en otros momentos en poner el dedo en la llaga:
“La sociedad es incapaz de llamar la atención sobre esta realidad,
porque no encaja con el discurso con el que las feministas, en su
mayoría solteras, pretendían convencernos hace algunos decenios: todo es
planificable, nos decían, y, para realizarnos, debemos superar ese
vínculo con un marido y un hijo. Digámoslo con toda tranquilidad:
nosotras mismas nos cargamos el peso de esas contradicciones a las
espaldas, nosotras mismas nos convertimos en el juguete de los
ofrecimientos seductores y las promesas de una carrera profesional. Al
emprender la batalla por nosotras mismas, por nuestra independencia… y
la batalla contra los hombres, pasamos por el aro que nos pusieron
delante de las narices en vez de detenernos y plantearnos las auténticas
preguntas vitales”.
El Principio de Eva es el fruto de la sincera auto reflexión de una mujer. Eva se sincera y nos explica: “Antaño
mi deseo era ser feliz, y el camino para alcanzar la felicidad parecía
evidente: profesionalmente y sin reflexionar al respecto, me convertí en
una así llamada mujer moderna y emancipada. Fueron las cosas pequeñas,
casi imperceptibles, las que causaron las catástrofes mayores: renuncié a
un agradable fin de semana en pareja por presentar un lucrativo show
televisivo, postergué una cena a la luz de las velas porque tenía que
trabajar. Sin pensarlo, opté por trabajar cada vez más y acabé
renunciando a mi vida privada: a fin de cuentas, tenía grandes planes.
Mi perspectiva empezó a cambiar cuando me quedé embarazada: de pronto
comprendí que, en contra de lo que siempre había creído, yo no era lo
más importante del mundo. Mi perspectiva se amplió y los sentimientos de
empatía y compenetración empezaron a dominar sobre los demás. Y, poco a
poco, mi supuesta superioridad y omnipotencia se fueron adaptando a las
necesidades de los demás; fue un proceso que registré con asombro. ¿Qué
me había ocurrido? Tardé un tiempo en comprenderlo: la visión atenta
que había conseguido tener de las cosas y las personas era un producto
de la naturaleza, una preparación para mi futura existencia como madre.
Desde entonces he pasado por todas las experiencias positivas
y negativas que supone la presencia de un niño, y, día a día, voy
incorporando nuevas miradas al dilema al que se enfrentan muchas mujeres
y madres. A lo largo de los últimos años, me he topado con muchas de
ellas y he ido comprendiendo que todas estamos expuestas a los mismos
problemas. En cuanto hemos cerrado la puerta de casa, dispuestas a
acudir al trabajo, dejando a nuestro hijo en cama y con fiebre al
cuidado de otro, nos damos cuenta de que algo no funciona. Y, por la
noche, cuando, aun sabiendo que nuestro hijo o hija nos aguarda lloroso
junto al teléfono y todavía no podemos abandonar nuestro escritorio, el
sentimiento de tragedia nos desgarra por dentro. Estas circunstancias
son perfectamente conocidas por las mujeres profesionales como yo, y
todas nos enfrentamos al mismo conflicto una y otra vez.
Pero ¿quién nos escucha? ¿A quién le importa que vivamos
abrumadas por la cantidad de papeles que hemos de interpretar? Todas
estas cosas ha tenido que anunciarlas una mujer de vida «pública» que,
gracias a ello, ha conseguido captar cierta atención. De lo contrario,
este tema explosivo permanecería todavía oculto bajo la sombra de las
mujeres-objeto que sólo parlotean de sus éxitos en las arenas del mundo
mediático. Todas las conocemos, y yo misma fui durante un tiempo un
miembro de ese club de marchosas. Así que pertenecí a ese grupo de
heroínas y mujeres súper organizadas que aparentemente se las ingenian
para arreglarlo todo y que evitan las preguntas críticas acerca del
sentido de la vida con una sonrisa, mientras procuran que la tormenta no
las arrastre fuera de la cubierta.
Hoy lo veo de otra manera.
Me considero responsable de hablar de aquello que la mayoría
de las mujeres no quieren reconocer: que con frecuencia ese proyecto de
vida tan inteligente nos deja en la estacada. En realidad, sabemos que
no somos capaces de cumplir al cien por cien con todos los desafíos que
supone la profesión, a menudo también porque somos madres. Es habitual
que no logremos cumplir con nuestras obligaciones en el hogar y en la
vida de pareja, y no sabemos cómo convertir nuestro ajetreado hogar en
el ansiado oasis de paz. Lo logramos muy pocas veces y, en general,
tampoco tenemos tiempo de ver a los amigos y cuidar esas relaciones de
tantos años. ¿Una vida en pareja que funcione, que sea confortable y
segura?
¡En absoluto!”
Y habla de la madre y de como ser madre se va convirtiendo en
un estatus degradante en nuestra sociedad: “Me saca de quicio
encontrarme en situaciones en las que se hace evidente que hoy en día se
considera que las mujeres sólo tienen valor si trabajan. (…) Esa
desvalorización es una estupidez que ya no podemos aceptar. Hay culturas
que veneran a las madres, que sienten respeto y aprecio por el logro
que supone criar niños y conservar intacta la vida familiar. Pero entre
nosotros, parece que las madres convencidas ocupan el último peldaño de
la jerarquía social.”
Eva también hace una reflexión sobre el papel que juegan los niños en nuestra sociedad:
“Me pregunto lo siguiente: ¿qué valor tienen los niños en nuestra
sociedad? ¿Acaso sólo son decorativos? ¿Un lujo que uno se permite
cuando ya ha alcanzado todo lo demás? ¿Algo que a veces depositamos en
algún sitio y volvemos a recoger según nos convenga? Eso es lo que
parece. Pero se puede renunciar a lo decorativo, y cada vez hay más
mujeres que lo hacen.”
En su obra “El Principio de Eva” se tratan numerosos
temas como la alarmante reducción de la natalidad en Alemania y otros
países de Europa, la falta de una crianza de los niños realmente
maternal y su relación con el incremento de alteraciones psicológicas de
los niños y de la violencia juvenil, la llamada del reloj biológico,
los efectos que produce la separación entre sexualidad y reproducción en
el ámbito de la pareja, las alteraciones hormonales y sus consecuencias
fruto de la adopción de roles masculinos, y la guerra de sexos que
suelen acabar en el fracaso matrimonial … (*)
“«Resulta que vivimos en un mundo materialista —escribió una indignada lectora del artículo de Cicero—
y hemos de adaptarnos a él.» Yo opino lo contrario. Somos el mundo
materialista, nosotros lo convertimos en lo que es. Pero, al mismo
tiempo, tenemos la oportunidad de escapar de ese mecanismo, si es eso lo
que de verdad deseamos.
Nuestro estado no es una construcción abstracta y anónima,
sino todo lo contrario: cada uno de nosotros forma parte de esta
comunidad. Decidimos, damos forma a nuestras vidas, aceptamos
circunstancias o impedimos que se desarrollen. Cada persona colabora
mediante sus propias acciones. Y quien cree que solo no puede lograr
nada se equivoca muchísimo.”
Eva Herman explica cual es el propósito de su obra: “El
objetivo de este libro es informar acerca de cómo convertir el
desconcierto en energía para actuar y decidir nuestro destino de manera
consciente. Parece absurdo, pero es innegable: las mujeres hemos
olvidado que somos mujeres. Desde muchos puntos de vista, hemos perdido
nuestra feminidad, aquello que podía conformarnos. Desfilamos trajeadas
por un frío mundo masculino y reprimimos nuestros sentimientos. En lugar
de construir, luchamos, y vivimos en solitario en lugar de entregarnos a
lo que mejor sabemos hacer: construir un nido cálido, formar redes,
ofrecer un lugar de protección en un mundo que es cada vez más
despiadado.
Si logramos recordar cuál es nuestro auténtico fuerte,
podremos cambiar el mundo. ¿Grandes palabras? Quizá. Pero resulta que
son las mujeres quienes pueden forjar una convivencia más humana gracias
a su inteligencia social y emocional. Y lo cierto es que: poseemos una
fuerza increíble que podemos volver a descubrir. Funciona sin juegos de
poder, porque su deseo no es vencer, sino construir. No quiere separar,
quiere reconciliar.
¿Quiénes si no las mujeres desarrollarán un proyecto
alternativo al mundo de la lucha por la competencia, la falta de amor y
la implacable explotación?
Llamémoslo el principio de Eva. Eva no es Adán, pese a que
las feministas preferirían convencernos de que la igualdad de derechos
también significa igualdad de género. Las mujeres somos distintas.
Pongámonos en marcha para descubrir esa diferencia y cultivarla. No
deberíamos, por tanto, seguir luchando con las armas de siempre ni
contra los hombres, ni tampoco contra las mujeres que se consideran
emancipadas. Es más, quisiera indicar un camino a la reconciliación, un
camino de regreso a la armonía social, ésa que pueden conformar precisamente las mujeres.”
Recuerdo que en nuestras ancestrales culturas la Mujer formaba un
papel prioritario. De hecho, eran tiempos donde el matriarcado se
expresa en todo su esplendor. Eran tiempos idílicos, de paz, de armonía,
de concordia (++). Los hombres tenían su cometido bien definido y las
mujeres también, ambos se respetaban sin sometimientos ni rivalidades.
Eva Herman hace una reflexión profunda sobre el rol que nuestra sociedad
y el feminismo recalcitrante le impone a la mujer y afronta con
valentía el reto de mostrar un camino de retorno a los valores perdidos.
en Iberaldea
(*) En estso dos puntos no estoy de acuerdo, un matrimonio unido no se rompe así como así, pueden ponerle trabas al amor, pero NO acabar con una pareja... y menos ahora, simplemente lo que se ha de separar al final se separa... cuando llega el tiempo, porque como siempre, hasta cuando quieren joder, ayudan, ya que el bien es un camino ineludible, no hay mal que por bien no venga...
(++) Nada de tiempos de paz, eran tiempos muy densos donde lo masculino y femenino estaban separados, se sabía quien eran la madre y los titos, por ser hermanos de mamá, pero jamás era conocido el padre, eran tiempos en los que había "libertad sexual" en el sentido de que era un acto biológico como el de los animales, pero no existía la pareja, el amor era tabú, y no el sexo. Había supersticiones y una abundante ignorancia, el hombre estaba al servicio de la mujer y de la diosa, y su misión era la caza, hasta que la agricultura desestabilizó su importancia dentro de la tribu. También había jerarquías entre ellos, y entre las muejres. la matriarca y las ancianas, las sacerdotisa, ellos veneraban a sus dioses, ellas a las suyas, sobre todo diosas guerreras, aunque lo más parecido a Kwan Ying era la diosa de la compasión, que no era nada popular, para los débiles...
Este tema ya lo hablaremos en más profundidad.
(*) En estso dos puntos no estoy de acuerdo, un matrimonio unido no se rompe así como así, pueden ponerle trabas al amor, pero NO acabar con una pareja... y menos ahora, simplemente lo que se ha de separar al final se separa... cuando llega el tiempo, porque como siempre, hasta cuando quieren joder, ayudan, ya que el bien es un camino ineludible, no hay mal que por bien no venga...
(++) Nada de tiempos de paz, eran tiempos muy densos donde lo masculino y femenino estaban separados, se sabía quien eran la madre y los titos, por ser hermanos de mamá, pero jamás era conocido el padre, eran tiempos en los que había "libertad sexual" en el sentido de que era un acto biológico como el de los animales, pero no existía la pareja, el amor era tabú, y no el sexo. Había supersticiones y una abundante ignorancia, el hombre estaba al servicio de la mujer y de la diosa, y su misión era la caza, hasta que la agricultura desestabilizó su importancia dentro de la tribu. También había jerarquías entre ellos, y entre las muejres. la matriarca y las ancianas, las sacerdotisa, ellos veneraban a sus dioses, ellas a las suyas, sobre todo diosas guerreras, aunque lo más parecido a Kwan Ying era la diosa de la compasión, que no era nada popular, para los débiles...
Este tema ya lo hablaremos en más profundidad.
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